No es capaz de dejar de jugar; pierde la noción del tiempo; ya no le interesa el deporte; se pasa horas delante de la pantalla y si no le obligo a apagarlo estaría todo el día mirando el móvil; cada vez sale menos con los amigos; si le quitas la consola le entra un ataque de ira; solo piensa en conectarse…etc. Este tipo de comentarios de los padres acerca de sus hijos son cada vez más habituales. Detrás de este comportamiento puede esconderse un uso abusivo o una adicción a la tecnología. Un problema nuevo del que todavía no conocemos todo su alcance, pero que ya afecta a 1 de cada 5 adolescentes y jóvenes en nuestro país.
La excesiva dependencia de las nuevas tecnologías y los videojuegos forma, junto con la ludopatía, el conjunto de las llamadas “adicciones sin sustancia”, a diferencia de las adicciones a sustancias como la heroína, la cocaína, el cannabis, las drogas de síntesis o el alcohol. Ocurre lo mismo que con las drogas tradicionales; si miramos cientos de veces al día la pantalla del teléfono móvil es porque nos produce placer. Las adicciones sin sustancia son equiparables a las drogodependencias en cuanto a la gravedad de sus efectos.
Se distinguen tres grados en la escala de dependencia: uso, abuso y adicción.
Un uso abusivo conlleva algunas características como que cada vez el sujeto invierte más horas en esta actividad, y que hay momentos en los que si no está con ella, se siente nervioso, llegando a desatender alguna actividad familiar o social.
¿Cómo podemos saber cuándo una persona está desarrollando una adicción al móvil, a la vídeoconsola, a las redes sociales, etc.? ¿Cúando hay adicción?. La característica de la adicción es que esa actividad se convierte en el centro de la vida del joven, y por ello empiezan a descuidar áreas que son importantes en esta etapa de la vida, como la relación con la familia, el grupo de amigos, el estudio, el ejercicio físico o el sueño. Las horas de sueño también se ven afectadas. Por eso, una de las recomendaciones que damos es que cerca de la hora de acostarse no es conveniente estar conectado al ordenador, a la tablet o al móvil.
Prevención: se desarrolla en tres áreas: en los jóvenes, los profesores y los padres.
El ámbito más importante es el familiar. La primera responsabilidad es de los padres, quienes tienen que marcar pautas y límites de uso, ya que son ellos los que facilitan estas tecnologías. Deben plantearse qué necesidad hay de que haya niños que tengan móvil con ocho años.
Primero hay que hacer un proceso de reflexión, sobre cómo usamos nosotros como adultos las tecnologías y luego trasladar esto al ámbito de los menores, sobre todo estableciendo unos límites, porque parece que todos los niños tienen que tener móvil y cada vez lo tienen a una edad más temprana. Estos dispositivos abren a los niños al mundo y por ello, es conveniente que los adultos los introduzcamos de forma progresiva, y con un acompañamiento responsable por nuestra parte.
¿Qué síntomas nos indican que podemos estar ante una persona adicta a la tecnología?
Pierde el control y dedica unos tiempos anormalmente altos a la actividad.
Presenta aislamiento e irritabilidad.
Tiene bajo rendimiento en el trabajo o en la escuela. Muestra desinterés por otros temas.
Sufre trastornos de la conducta, sedentarismo e incluso obesidad.
Siente una euforia excesiva ante el ordenador o el teléfono móvil.
Pierde horas de sueño.
¿Qué hacer cuando detectamos una adicción?
Reconocer la existencia del problema.
Reducir progresivamente el tiempo dedicado a la actividad que genera dependencia.
Solicitar apoyo psicológico y en caso de ser necesario, solicitar ayuda médica.
Dr. J.M.Peroy – Ginecólogo