El nivel de felicidad puede mantenerse a lo largo de la vida, con independencia de la edad, el estado civil o los ingresos. La incapacidad de mantener una felicidad pura y duradera es el resultado de una carencia de fortaleza interna y de valores espirituales.
Sobrevivimos gracias al amor, que es un sentimiento maternal íntimamente relacionado con la oxitocina, la hormona de la ternura y el apego afectivo.
Los cuatro factores que influyen en la felicidad de los mayores son la aceptación, el cariño, la corrección y la valoración. Nuestro lenguaje no verbal (gestos cargados de ternura, caricias, besos, abrazos, miradas de cariño, etc.) el aceptar a la persona como única e irrepetible, la paciencia y la valoración, son formas esenciales para asegurar la felicidad del anciano. La clave es vivir «el momento presente» con toda la fuerza e intensidad, no importa lo que sea, tal vez simplemente contemplar el vuelo y los colores de una mariposa. Disfrutar el presente incrementa la dosis de felicidad y la satisfacción con la propia vida.
Las personas de edad avanzada necesitan seguir siendo personas activas y lo dicen de forma muy expresiva: «necesito sentirme útil». Muchas personas, científicos, literatos, investigadores, amas de casa, hombres de campo, etc. aunque ven disminuido su potencial físico al llegar a la vejez, sienten sin embargo que su mente sigue lúcida y sus ganas de hacer cosas buenas permanecen inalteradas. En el camino de la felicidad se encuentra la necesidad imperiosa de todo ser humano, la de sentirse aceptado, querido, acogido, perteneciente a algo y a alguien, sentimientos estos en los que se basa la autoestima.
Sin autoestima, tal vez se asome al abismo más sombrío de la naturaleza humana, en donde se encuentra la terrible depresión. Para evitarlo, es necesario neutralizar el aburrimiento,, una emoción negativa que nos lleva a percibir la vida como vacía y sin sentido que conduce al bloqueo mental y paraliza la posibilidad de emprender iniciativas. Hay que neutralizar la tristeza patológica, la desilusión, la culpa y la bronca en el momento preciso. Y, por supuesto, conseguir que los canales de la felicidad sigan fluyendo, como ayudar a los demás, mantener una ética, ser comprensivos, conservar la humildad, amar y sentirse parte de un grupo. Para ser feliz hay que tener la voluntad de serlo, hacer la vida más social, desarrollar una personalidad sociable y extrovertida, ser más activo, generar pensamientos positivos, eliminar pensamientos negativos y valorar la propia felicidad. Hombres y mujeres mayores necesitan el amor por su dulzura como bálsamo y, en general, piensan que sin el amor la vida puede resultar vacía.
En resumen:
La persona mayor necesita seguir siendo una persona activa y, especialmente «sentirse útil».
Sentirse aceptado, querido, acogido, perteneciente a algo y a alguien, potencia la autoestima.
Aumente conceptos y hábitos: cariño, prudencia, valoración y aceptación de sí mismo.
Haga tareas que le llenen de ilusión y de esperanza.
Mantenga una personalidad sociable, extrovertida y activa.
Para vivir muchos años el mejor fármaco es «quererse más».
Dr. José Mª Peroy
Ginecólogo